Imagen principal: Alvin – un vehículo de ocupación humana (VOH) sumergible diseñado para permitir la recolección de datos a profundidades hasta 6,500 m por debajo de la superficie del océano. Imágen principal cortesía de John Magyar, Caltech.
Autores: Daniela Osorio-Rodriguez, Kyle S. Metcalfe, Shawn E. McGlynn, Hang Yu, Anne E. Dekas, Mark Ellisman, Tom Deerinck, Ludmilla Aristilde, John P. Grotzinger, and Victoria J. Orphan
Tal vez un fin de semana en tu vida, te encuentres apilado en un vehículo todoterreno a las 6 de la mañana con otros siete estudiantes, registrando intermitentemente el dron de un profesor de geología demasiado entusiasta cuya clase tomaste para llenar un requisito de tu programa. Si es así, en ese vehículo con certeza se pronunció la proclamación “el presente es la clave del pasado”. Un estudio reciente conducido por Daniela Osorio-Rodriguez y colaboradores epitomiza el poder de esas palabras.
Probablemente has oido bastante sobre el dióxido de carbono (CO2) y su efecto sobre el clima como gas de efecto invernadero en los últimos años. El segundo gas de efecto invernadero más frecuentemente discutido es el metano (CH4), debido a que tiene 28 veces el potencial de calentamiento que tiene el CO2 en una escala de tiempo de 100 años. Por esta razón, los científicos se han interesado en microorganismos que convierten CH4 a CO2 como manera de obtener energía para vivir -un proceso llamado oxidación de metano. Estos organismos juegan un papel importante en la prevención de la acumulación de metano en la atmósfera. En la mayoría de los suelos, incluido el césped fuera de tu casa, la oxidación de metano ocurre con ayuda de oxígeno (aeróbicamente). Sin embargo, en sedimentos en el fondo del océano, el oxígeno se ha agotado y las bacterias oxidadoras de metano deben realizar este proceso anaeróbicamente.
Por más de dos décadas, los ecólogos de microorganismos han estado estudiando la oxidación aaneróbica de metano (OAM) realizada por un consorcio sintrófico de arqueas metanotróficas y bacterias reductoras de sulfato (ANME-SRB) que viven como agregados alrededor de fumarolas de metano en el fondo marino. La OAM deja una huella química en las rocas calizas en las que los microorganismos viven. Esta firma se ha utilizado para identificar fumarolas de metano antiguas a través del pasado geológico. En estos sitios, los geólogos han buscado evidencia fosilizada de agregados de ANME-SRB en rocas. Puedes imaginar esta búsqueda como buscar huesos de dinosaurios, excepto que los fósiles que buscas son microscópicos.
Por décadas, los geólogos han recolectado rocas de fumarolas de metano antiguas en todo el mundo y han buscado ANME-SRB bajo el microscopio. A pesar de esfuerzos significativos, los geólogos aún no han obervado agregados fosilizados de ANME-SRB. Este es el misterio que Osorio-Rodriguez y colaboradores ayudan a resolver en su artículo reciente. Aunque no encontraron fósiles de agregados antiguos, encontraron lo que debemos estar buscando! Ellos observaron la precipitación de sílice facilitada por microorganismos (químicamente similar al vidrio) en el exterior de los agregados en cultivos de laboratorio, rocas cal[careas, y sedimentos ricos en metano. Al cambiar la composición química del agua en su ambiente, los microorganismos hacen que la sílice precipite de la solución de la misma manera que cubiertas minerales precipitan alrededor de un grifo cuando el agua es “dura”. Para determinar la coocurrencia de agregados de ANME-SRB y sílice, los autores estudiaron cultivos de laboratorio de ANME-SRB con un grupo de técnicas.
- Hibridización de fluorescencia in situ (FISH) – Esta técnica une una molécula fluorescente a una secuencia blanco de ADN, para que las células que expresan este ADN blanco brillen. Utilizando ADN banco para ANME y SRB, los investigadores pudieron identificar agregados de ANME-SRB como agrupaciones de céulas rosadas (ANME) y azules (SRB).
- Microscopía electrónica de barrido (SEM) – Esta técnica produce imágenes altamente magnificadas, lo que permite a los investigadores identificar esferas de sílice amorfa de aproximadamente 230 nanómetros (esferas pequeñas de vidrio 500 veces más pequeñas que el grosor de una hoja de papel) adyacentes a los agregados celulares.
- Espectroscopía de energía dispersiva de rayos X (EDS) – Esta técnica permite a los científicos hacer mapas de elementos (ex. silicio, carbono, etc.) alrededor de un agregado al tiempo que es fotografiado por SEM.
Los investigadores no solo observaron la precipitación repetida de sílice alrededor de los agregados. Además, al estudiar la química del medio de agua de mar artificial, pudieron confirmar que la sílice no pudo haber precipitado abióticamente (sin la presencia de microorganismos) en sus experimentos. Esto les permitió confirmar que la actividad celular debe desempeñar un papel en la precipitación de sílice que observaron. Además, encontraron que la precipitación de sílice cerca de los agregados es químicamente diferente (contiene menos Mg, Al, y Fe) en comparación con otros minerales de silicio que se encuentran en fumarolas de metano.
Como todas las investigaciones novedosas, este estudio ha generado nuevas preguntas a resolver. Mientras que los autores aseguran que la actividad microbiana induce la precipitación de sílice, el mecanismo que utilizan los microorganismos aún es desconocido. La explicación eventual implicará el estudio de los procesos bioquímicos que ocurren en los grupos de ANME, SRB o en la interfaz entre los dos que cambió localmente la qúimica del agua para favorecer la precipitación de sílice. Todo esto implica que hay más ciencia emocionante para llevar a cabo.
De manera importante, esta investigación en agregados modernos ha armado a los geólogos con un nuevo blanco en la búsqueda de consorcios fosilizados en el pasado geológico.
Podemos encontrar microorganismos del mar profundo reposando en tumbas que ellos mismos construyeron © 2024 por Joshua Anadu está protegido por una licencia CC BY-SA 4.0